domingo, 7 de noviembre de 2010
Por si en su día, como yo, no lo leísteis.
Fue publicado en el diario El País dentro de su suplemento dominical hace algún tiempo.
"Si esto no les parece arte, échenle la culpa al animal, una bestia sin sensibilidad poética, sin inclinaciones artísticas, un bruto que no ha leído a Lorca. El torero se ha entregado a muerte. No hay más que ver su cara tumefacta, su boca enfangada, sus dientes rojos; no hay más que fijarse en la herida abierta en el pómulo, cuya belleza se cargará el médico con unos puntos de sutura. Recorran el cuerpo del artista, asómbrense ante la vocación abstracta de la sangre, que dibuja un mapa indefinido sobre el traje del matador. Vean su mano, prolongada en un sable de acero finísimo, ligeramente curvado en la punta, que pretende hundir en la carne del animal (si se deja, porque es un mansurrón, un pesado, un torpe, un gilipollas). Ahora, aléjese un poco y presten atención al conjunto. Observen cómo el torero trata de convencer al astado de que se humille y pueda atravesarlo, al objeto de terminar la faena e irse a la enfermería (el sitio donde van los poetas cuando terminan un soneto). Reparen en la expresión carpetovetónica del hombre; en su boca fieramente abierta, mostrando los dientes en un gesto de desafío estético sin parangón (que rayos significará parangón). Vamos, mierda de toro, hijo de puta, atrévete, ten huevos, que nos están televisando. Por lo visto, hay toros que se prestan al espectáculo, que responden a las provocaciones del verdugo, que entran al trapo (nunca mejor dicho), cuando lo sensato sería no discutir. ¿De qué vas a hablar con un tío que viene dispuesto a cortarte las orejas? Pero no racionalicemos, por favor, que acabamos con la fiesta."
Etiquetas:
Animales y literatura
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3 comentarios:
Lo leí en su momento y me agradó mucho el echo de que alguien, para variar, no diga sandeces sobre esa barbarie.
Ahora, gracias a tí, vuelvo a releerlo. Habrá que poner a Millás en el bando de los justos, sensatos y sensibles. Los embrutecidos, ya son bastantes. Y hacen mucho ruido
Un beso.
Lo peor de todo es que el embrutecimiento, por regla general, se contagia y los antibióticos no les hacen nada...
Un beso
¿¡Que haces levantada a estas horas!?
Más besos.
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