Han pasado muchos perros en acogida por mi casa y jamás, nunca, tuve la suerte de convivir con un ser más bueno, más tranquilo, discreto, silencioso, prudente, educado. Respeta todo y a todos. Mis perros pequeños se pueden colgar de sus belfos o los gatos tumbarse encima de él y quitarle la comida, él no sabe lo que es un mal gesto para nadie. Cuando desea tumbarse en una cama en que haya alguno de mis perros o gatos, va despacito y se tumba sin molestar en el menor espacio posible. Se ve que no estaba acostumbrado a que le quieran y se sorprende de que le cuiden y mimen, te acaricia con la mirada, te persigue con sus ojos por toda la casa, y muestra su infinito amor, su fidelidad absoluta en su estar cerca de tí y agradarte, nunca con espavientos ni desmesura. Es ideal como compañero de niños, y de cualquier tipo de animales.
Disfruta los paseos con locura y jamás tira de la correa, va pendiente de tí y a tu paso. Suelto también es un placer pasear con él pues obedece al instante y no se separa nunca. Viaja perfectamente en coche, sin asustarse ni marearse, incluso le encanta y se echa grandes siestas. En el veterinario un santo igual que en casa, se deja hacer todo sin quejarse ni moverse. Si me preguntan por alguna dificultad en Lucho sólo se me ocurre que le asustan aún los coches y el jaleo de gente; que no es buen anfitrión ya que nunca recibirá con fiestas a las visitas sino que con discreción intenta pasar desapercibido; que es dormilón y algo perezoso (gusta de comer tumbado y rinde pleitesía a una buena cama de perro); y que es sibarita con la comida pues es de poquito comer y en ocasiones le entra una especie de necesidad de mimos y entonces sólo come si le das su pienso en la mano, enternece.
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