Jara era preciosa, pequeñita, juguetona y graciosa. Pero su miserable familia sólo veía en ella unas grandes orejotas...
Se divertían pisándolas cuando la pequeña pasaba a su lado.
Jara no comprendía nada, ¿por qué su familia le hacía daño?
Ese juego no era divertido para Jara, no sabía como comportarse... y tuvo que aprender a defenderse.
Un día como otro cualquiera su familia se cansó de ella, y quisieron llevarla a la perrera para sacrificar,
porque Jara ya no era la graciosa perrita que compraron hace tiempo.
Por fortuna, una nueva familia apareció, salvando a Jara de una triste muerte. De repente, tras años de maltrato, nuestra Jara se vio rodeada de extraños, que la colmaban de mimos y caricias, que le daban algo que nunca había tenido... y que ella no sabía interpretar.
Nadie supo ayudar a Jara a recuperarse de su pasado y olvidarlo. Ella seguía defendiendose de algo a lo que ya no debía temer.
Mordió en un par de ocasiones a su nueva familia, que no supo cómo reaccionar, y decidieron darle la espalda de nuevo a Jara.
¿Contratar un etólogo? ¿Para qué?
Y tras 7 años de vida, y sin comprender nada, la preciosa Jara acabó en una fría jaula.
Triste y sola para el resto de sus días. Sin familia, sin caricias, y sin nadie que le explique que no debe volver a tener miedo
Este es el triste cuento de Jara
¿Te parece cruel? ¿Quieres cambiar su final?
Todavía estás a tiempo evitar que Jara acabe en una jaula.
Si puedes darle a Jara el hogar que necesita, escríbenos!
elarcadenoecordoba@gmail.c
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