Todos los que leemos estas líneas llegaremos a la vejez (y si no llegamos peor me lo pones). Imagínate anciano, mermado de facultades, más solo que ahora y con menos posibilidades de hacer cualquier actividad. Probablemente torpes ante el manejo de nuevas tecnologías que evolucionarçan a velocidad de vértigo. Con pocos recursos físicos y económicos.
Pero tú eres elmismo.
Quizá el mismo que ahora pero infinitamente más vulnerable y mucho más necesitado de amor. Vete vacunando contra la idea de tener un animal con quien establecer lazos de ternura y amor en los últimos años de tu vida, porque... si no tienes una verdadera familia, que te quiera y te respete, cuando mueras lo harás sufriendo por no poder llevarte contigo a tu compañero. Porque si te ingresan en una residencia, tu amigo no será admitido en nombre de una y mil estupidez. Porque, como es el caso de las protagonistas de esta triste historia, siempre habrá una calaña indeseable y cobarde que se divierte a costa del tormento de los más débiles (sí, esos mismos que queman cachorros o ahorcan feroces galgos... no sé yo que torturen criaturas con capacidad de reaccionar y llevárseles media cara de un buen mordisco).
Así que es como si la sociedad te dijera, o mejor, te escupiera: ¿qué quieres? eres un viejo... ¡te jodes! Perdonadme la crudeza, pero es la pura, amarga y descarnada verdad.
Así que ya sabes, que si no te mueres antes y llegas a los ochenta y pico (y tu gente no es de fiar) despídete también, como si ya no te hubieses despedido de bastantes cosas, de tener a tu querido perro -o gato- compartiendo el tramo ese difícil. Cuando la ternura, más que nunca, se hace indispensable para poder ir tirando, cuando una mirada lo llena todo...
No logro olvidar las lágrimas de desolación de una anciana con la que coincidí en el veterinario; su pequeña y viejita caniche estaba aquejada de cáncer terminal y le aconsejaban eutanasiarla. La pobre señora lloraba con una congoja que te partía el corazón. Estaba dispuesta a invertir los resquicios de su pobre paga en ayudar a bien morir a su única compañera. La idea de la despedida inminente la destrozaba. Pero había algo más: entrecortadamente lamentó que no habría ningún otro animal ya en su vida. Era consciente de que su final no estaba tampoco tan lejano...
A mí me contagió su pena. Pero la pena nunca es suficiente. Ni en ese ni en ningún caso.
Debí haber intercambiado con ella datos de contacto y darle palabra de honor que, llegado el caso, yo me haría cargo de su futuro animal. Han pasado casi dos décadas de aquello y recurrentemente me sigue mortificando mi ausencia de reacción.
Por ello, a veces he fantaseado con la idea de "un banco de adoptantes de perrillos de ancianos". Una especie de almacén de datos de futuros animales tirados en la calle o en la perrera, esos desgraciados, anteayer mimados y queridos que, una vez muertos sus dueños son una herencia despreciable. Sería una hermosa garantía de tranquilidad para esas personas que aman tanto a sus compañeros -como tú y como yo-, con la única diferencia de una suma de años a nuestras espaldas.
Piden, para el asunto que viene líneas abajo "ayuda para que alguien lo adopte o le den un hueco en una protectora". Tampoco lo veo justo. ¿Tú sí? En cualquier caso, es la solución más inmediata que alcanzan a ver... al menos merecerían que alguien,sí, les ayudara.
Sin más, copio. (Y ya decides...)
Hola amig@s
Soy Ines y os escribo con el corazón encogido después de leer una carta manuscrita que nos ha llegado a la radio... Me ha encogido el alma porque en cuanto he visto la letra me ha recordado a mi abuela...era la letra de una persona mayor y es un folio por las dos caras completo lo cual demuestra un esfuerzo tremendo.
Nos ha llegado a la radio una carta de dos hermanas americanas de 82 y 86 años que viven en Hostalets de Pierola, Barcelona
Tiene gatos y un perro de 13 años adoptado pero hace un tiempo apareció uno medianito q es un amor pero q necesita pasear y ellas no pueden sacarlo.
Hay gente mala por el mundo y en un caso nos cuentan q un día entro un cabrón y ató al perro a unas cadenas dejándolo colgado y fue horrible porque al oír los gritos una de las hermanas salió a auxiliarlo pero por su edad no podía descolgarlo así que mientras la otra hermana llamaba a los Mozos de escuadra y llegaban ella se quedo abrazada al cuerpo del perro para que no le pasara nada....encoge el alma ¿verdad?.
Ellas temen morir y que le pase algo al perro o que sigan amenazándolas...y nos piden ayuda para que alguien lo adopte o le den un hueco en una protectora.
Tiene 3 años es medianito y se lleva fenomenal con gatos, perros y personas...
Os ruego que si ninguno podéis darle un hogar nos ayudéis a que una protectora lo acoja. Si lo acoge una protectora le daremos una donación y si lo adopta un particular le regalaremos un saco grande de pienso.
Por favor ayudarnos porque especialmente me tiene este caso sin dormir....¡¡bueno, tampoco duermo ultimamente pero bueno!!!
Os copio una foto q nos han enviado pq no saben usar internet
si podéis ayudarnos escribir a asociacionms@gmail.com
2 comentarios:
Este tema me rompe el corazón.
He conocido a ancianitas que me decían que no podían tener perro por que seguramente ellas se irían antes. ¿Y que sería de él?
Una mujer que conocía, que ha querido a todos mis galgos, me contó un día que había dejado un millón de pesetas para que una amiga se hiciera cargo de su yorkshire. Ella murió. Espero que su perrillo esté cuidado.
Otra mujer que daba de comer a los gatos abandonados en el parque, me contó que tenía dinero en un sobre para que en caso de fallecer, pagaran al veterinario para que durmieran a sus gatos. No podía soportar que quedaran vivos y vete a saber donde. La atormentaba la idea.
Es tristísimo. Veo ancianitos por la calle con su perrillo y siempre pienso que seguramente son su mútua y única compañía. Y que ocurrirá si el amo fallece. He visto a ancianos que venían a diario al parque con su perrillo y de repente no han vuelto más. La familia SIEMPRE acepta la herencia, pero NUNCA al perrillo o gatillo. Deberían gastarse esa herencia en botíca.
Hasta yo, muchas veces pienso que tal vez no pueda tener otro perro si mis galgas se van. Si me pasara algo ¿Dónde acabarían ellas?
Me rompe el corazón este asunto.
Perdona mi extenso comentario.
Un beso.
¿Que perdone qué? Tus comentarios, Alberto, siempre me saben a poco. Quizá porque en todo lo que dices es coincido completamente contigo. ¿Cómo no hacerlo? Tiene que haber picado el feo bicho de la durez ay la insensibilidad para no ver esta otra faceta trágica de la vejez. Esto es una selva donde impera el más cobarde y el más desalmado, por eso los débiles (niños, viejos, animales...) siempre serán el blanco perfecto y fácil para la mala baba. El problema no es la vejez sino el desamor. No puedo concebir que un hijo se deshaga del perro de su difunto progenitor. Yo tengo la inmensa suerte de no concebirlo pero otras personas viven la gran soledad de tener entre sus familiares a sus peores enemigos. Sí, deberían gastarse la herencia en botica, en pastillas para poder dormir. Lo lamentable y patético del caso es que esa gente sin conciencia y sdin sensibilidad durmen a pierna suelta, mientras a nosotros nos quita la paz entradas como ésta.
Y tú podrás tener perros hasta que te hagas un fósil. Porque tus galgas, o tus lo que quiera que fuesen irían a parar a otra casa de gente tan rara y especial como tú. Porque no seremos muchos, pero hacemos piña.
Un beso.
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