QUÉ ES ESO DEL "PRE".
La ilustración y el texto son meramente orientativos. | . |
En principio parece una fórmula fácil y esencial para proporcionar una colaboración valiosísima si no podemos hacerlo adoptando nosotros mismos, acogiendo, o aportando alguna cantidad económica.
¿Por qué entonces se encuentra tanta dificultad en que alguien se brinde a hacer ese "pre" que desesperadamente demandamos? ¿por qué se llegan a perder adopciones u oportunidades de envío a la espera de esa respuesta, que tarda y tarda y tarda y a veces ni se produce? ¿Por qué la cadena a veces se atranca en ese determinado eslabón?
Desde el punto de vista del visitante, son varios los posibles motivos: el primero de todos es temer asumir la responsabilidad de que, dependiendo de nuestra información, el perro se entregue quizá a la persona equivocada.
Se nos hace cuesta arriba visitar un domicilio que muchas veces está alejado, en urbanizaciones que ni encuentra el GPS... y es embarazoso examinar habitáculos y habitantes como si fuésemos un inspector.
Algunos encuestados, además, se muestran un tanto molestos ante preguntas que han contestado, pero que consideran injerencias absurdas. Sienten invadida su intimidad si tenemos interés en saber, por ejemplo, si su puesto de trabajo es estable, si piensa tener hijos o si vive en una casa de alquiler. Con la sonrisa o palabras que mejor sepamos esgrimir, no es difícil hacerle comprender que no desconfiamos especialmente de sus intenciones, pero que, por desgracia estamos demasiado habituados a que animales adoptados por ilusionadísimas familias, terminan en la calle o muertos en la perrera porque se quedaron en paro, la mujer se embarazó o el inquilino les puso un ultimatum. De igual forma, la resolución de la vista está cantada si la adoptante es una abuelita de pocas fuerzas y el elegido un cachorrón de talla grande y energía alta o ya adivinamos sin género de duda que la cosa no va a ir precisdamente bien entre el niño latoso y mimado y el gruñoncete poco sociable que pretendemos filiar.
Familia a toda costa no.
Meter al perrillo con calzador no fuciona. Y lo que mal empieza, mal acaba. Es preferible que la adopción se frustre en germen que tras un viaje, un sincesar de disgustos y varios meses. Es un inmenso error "vender" al peludo como encantador y zalamero si es un tímido de cuidado que evitará hasta las caricias, o decir que no es dominante, si ya con los compañeros él era el amo y señor. Si nuestro perro tiene defectos, tarde o temprano los adoptantes los padecerán en grado sumo. Disimular o no contar toda la verdad, sería engañarles.
A veces no es problema de una u otra parte: simplemente no encajan, por diversas e innumerables incircunstancias y realidades.
Esto no se puede saber a distancia, ni tampoco que el gatito que llega puede escapar o caer por determinado lugar (la gente piensa que un gato jamás se cae) o que esa vallita de adorno será insuficiente para el ágil podenco, que se la dejar atrás en un plis plas.
Por estas y otras cuestiones, la visita de pre- adopción es importante, valiosísima y muy de agradecer.
No hace falta que tengamos animales, manadas, acogidos, viejos o cachorros, que seamos expertos, ni sabios, no nos pedirán que tengamos conocimientos de etología, astrofísica o retórica...
Cualquier persona responsable, sensata, y con deseos de ayudar a esa inmensa bolsa de perros esperando con urgencia una adopción puede ofrecer desinteresadamente un poco de su tiempo en prestar esta gran colaboración. Sólo nos harán falta unas pautas orientativas y, como todo en esta vida, sentido común.
¿Te animas a convertirte en un eslabón de la cadena?
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