Tú dirás que a ti ya… qué te importa.
Tú dirás, y con razón, que te metes por el perruno culo este escrito y hasta mis lágrimas. (perdonad la rudeza, pero se me han desmoronado las últimas partículas de poesía).
Tú dirás que para qué alguna vez creíste en nadie… que para qué meneaste el rabo con tímida alegría y miraste con nobleza, de tú a tú a un humano.
Tú dirás qué a qué venir a tu cárcel, a hablarte con voz dulce…
Tú dirás…
Tú ya no dices nada.
Eres el primero, aunque sospecho con escalofrío que no el último. Yo imaginaba que esto ocurriría, pero no lo esperaba tan pronto. Vengo de la perrera y me pide el cuerpo, además de hacer pucheros incoercibles, dedicarte unas líneas. Sí, esas que ya sabemos lo que vas a hacer con ellas…
Pedirte perdón aunque sea tarde. “¡A buenas horas mangas verdes!”. Sí, llevas razón, toda la razón. Se ve que eras un perro bueno y razonable. No especialmente guapo, ni “puro”. ¿Qué qué gaita es eso? Pues una de las muchas necedades que se ha entretenido en inventar este bicho de dos patas, tan malo, tan cruel y peligroso. Este mal bicho –aunque hay excepciones- del género humano. Este memo y dañino ser que decide quién es de raza, quién merece vivir, quién ser acicalado, quién desfallecer amarrado y malcomido, quien ser esclavo y quién eterno humillado hasta entre los suyos. Pero vaya… que de eso tú sabes mucho más que yo.
Además eras grandote. Eso que es un plus de peligrosidad para mantenerte vivo. Hoy he llegado hasta la última jaula; donde tú estabas y ahora están otros. No estabas para morirte. Es cierto que te vi vomitar, pero no estabas flaco ni enfermo. Te acercaste con tu cabezota de buena gente sin futuro, y me meneaste el rabo sin atisbo alguno de rencor. Vomitarías de asco ¿cómo no hacerlo? No estabas malito ni te habías abandonado, como tantos otros que no quieren comer ni vivir.
Y sin embargo…
He preguntado por ti, casi a sabiendas, porque ya sabía yo, con esta mierda de sabiduría que dan los años que no iba a regalarme el jueves la sorpresa de tu adopción. ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué lo intuí desde la primera vez que te vi en esa última jaula? Me dicen que llevabas mucho, mucho tiempo allí. Que ya estaba cantado que nadie preguntaba por ti, que no te veían (ni siquiera con ese corpachón). Así, que como un saldo, imagino que te irían llevando de jaula en jaula para terminar en la más escondida. Esa a la que hacía falta tener ganas de llegar. Yo, créetelo si quieres … yo te retraté de los primeros, precisamente porque estabas en la última jaula. Dirás que muchas gracias… que para lo que te ha valido…
No te voy a llamar de ninguna forma. Eres el primero que me llegó al corazón. Quizá por destartaladillo, por disonante, por tierno… me llegaste, y, a la vista está, también me dirás que no lo suficiente.
No te voy a nombrar de ninguna forma. Por miserable que fuese tu dueño, de alguna forma te llamaría. Eras un bonachón, saltaba a la vista. Igual te regalaron a los niños de la casa cuando eras una bolita regordeta y graciosa. Pero no eras un video juego. En fin…, de eso no vamos a hablar. Es una historia muy manida y a estas alturas hasta los más cabrones se la saben. Que les importe ya es otro cantar. Alguien te llevó allí. Y se largó con las manos vacías, se quitó el muerto de en medio, porque … hermoso mío, inocente mío… es verdad que ya eras un muerto en pie.
Entono este homenaje por ti.
Sí, cariño, sí querido… alza tu pataza y méate en él. Lo acepto. Ya te he dicho que llevas más razón que el santo Guinefort, el cual espero os acoja. Y bien sabe Dios que jamás imaginarías la tristeza tan profunda que siento al evocarte. Aun que sea inútil y hasta cobarde.
Sólo me anima la remota idea de que alguien lea estas líneas y se conmueva ante otros como tú. Por descontado, sé que muchos se conmoverán, pero a esos, nobles y buenos, que los hay, de nuestra especie (yo los conozco bien), a esos no le hace falta.
Ojalá esto perturbara a alguien que no supiera de abandonos, perreras, sacrificios, y adopciones. Ojalá esto llegara a alguien por casualidad. A alguien que no consultara blogs de perros, a quien no le remitieran correos de difusiones… que no supiera que hay muchos como tú, que aún gimen nerviosos cuando te acercas, y se destrozan las trufillas contra la jaula, con tal de robarte una caricia. Ni siquiera eso; un fugaz contacto.
Descansa en paz. Lo siento. Dicen que hay un Arco Iris donde vas a flipar de gusto. Con salchichas que cuelgan de los árboles, tibio sol sobre la hierba y praderas donde corretear sin fin.
Pongo tu foto, yo sé que te encoges de hombros, dirás si es para dar pena… para alimentar la sensiblería…No. Es porque, ya te lo he dicho, me da la real gana de que no quedes en el total anonimato, aunque sea a deshora. Y porque en esa foto (que yo miré más veces de las que te apuesto tú te calculas) te juro que vi que hasta sonreías.
Aunque tú dirás que a ti… ya qué te importa…
(Y llevas razón)
3 comentarios:
Querida Arquepe:
Comprendo, aunque estoy seguro de que ni me acerco, como te sientes. Esto es lo último que tú necesitas.
Es muy triste y doloroso. Además de injusto. Pero esto tú ya lo sabes. Digo una obviedad.
Solo trata de pensar que el ya no sufre. Deseo con toda mi alma que esté en ese lugar de praderas con arcoiris, felíz y a salvo, junto con todos los que han pasado por su situación.
Un beso y gracias por tu preocupación, en nombre de ellos.
He olvidado decir que lo que has escrito, está tan lleno de sentimiento y belleza, que por supuesto lo he copiado a mi blog y con tu permiso, lo copiaré al otro tambien.
He visto hace menos de una hora el mismo artículo con todos los perros de la perrera el Paraíso a la que visitaste ;copiada en otra página...Muchos de esos perros eran preciosos destacando este que juro que ahora mismo estoy llorando porque me ha dado muchísima pena, es verdad que parece que sonríe , eso me ha llamado mucho la atención. Me parece fabuloso lo que haces y aprovecho esto para darte la enhorabuena por el pedazo blog que tienes! Un saludo, y que sepas que entiendo todo lo que dices a la perfección y que estoy de acuerdo con todo ello.
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