domingo, 15 de septiembre de 2013

De canje nada...



UN MILLAR DE PERSONAS SE CAMBIAN POR EL TORO DE LA VEGA

http://www.20minutos.es/noticia/1918108/0/campana-abolicion/toro-vega/plataforma-dignidad-animal/


Foto: UN MILLAR DE PERSONAS SE CAMBIAN POR EL TORO DE LA VEGA

http://www.20minutos.es/noticia/1918108/0/campana-abolicion/toro-vega/plataforma-dignidad-animal/

Pues yo no me cambio por Langosto, ni por Vulcano ni por ningún otro.
¿Y sabéis por qué? Porque en el empleo del verbo cambiar subyace que asumamos o aceptemos que alguien sea abatido necesariamente. Porque no estamos en Creta, donde cada año había que tributar el sacrificio de las vidas que se escogían para satisfacer la ira de Poseidón. ¿Qué pasa, es que esos tordesillanos van a ser ahora intocables como los dioses arcaicos? Ni me cambio ni me agrada que la gente tenga el noble gesto de sustituir al pobre morlaco. ¿Por qué? ¿acaso hay que acatar un asesinato como si fuese una prerrogativa de la gente de ese pueblo que necesitan, por narices, una víctima? ¿Con qué derecho? Yo no se lo reconozco; por eso no me cambio por el toro y no quiero que nadie se cambie por él. En ese lema encuentro una claudicación resignada, como si el fatalismo o la tiranía se impusieran de tal modo que hubiese de ser entregada, a la fuerza, una vida para que sigan regocijándose con su festín sangriento, anacrónico, feroz y bárbaro. Como si el rito fuese irrefutable y no se pudiese evitar que se perpetúe. ¿Qué docilidad es esa de prestarse a un cambio de rehén? ¿quienes son ellos para que haya que someterse a su violencia primitiva? ¿pero qué les ampara? ¿Con qué derecho? No.
NO DEBE HABER CANJE, SINO ABOLICIÓN SIN MÁS.
¿Por qué el cambio de un condenado por otro? ¿no es eso una aceptación, una sumisión? ¡¡No se mata a nadie, y en paz!! ¿Quienes y qué fuerza o legitimación tienen esos gañanes para obtener un millar de personas dispuestas a inmolarse como mártires en sustitución de otro ser? Me rebelo ante esa idea, aunque sea una mera metáfora.
NO. NO HAY CAMBIO. Ni siquiera indulto; el indulto implica perdón y ese animal es más inocente que quienes lo condenan.
No me gusta la idea del cambio. Esa turba no es nadie para decidir quién vive y quién no. Ni Afligido el año pasado ni Vulcano éste. Ni ningún optro después.







   


    Pues yo no me cambio por Langosto, ni por Vulcano ni por ningún otro.
    ¿Y sabéis por qué?  Porque en el empleo del verbo cambiar subyace que asumamos o aceptemos que alguien sea abatido necesariamente. Porque no estamos en Creta, donde cada año había que tributar el sacrificio de las vidas que se escogían para satisfacer la ira de Poseidón. ¿Qué pasa, es que esos tordesillanos van a ser ahora intocables como los dioses arcaicos? Ni me cambio ni me agrada que la gente tenga el noble gesto de sustituir al pobre morlaco. ¿Por qué? ¿acaso hay que acatar un asesinato como si fuese una prerrogativa de la gente de ese pueblo que necesitan, por narices, una víctima? ¿Con qué derecho? Yo no se lo reconozco; por eso no me cambio por el toro y no quiero que nadie se cambie por él. En ese lema encuentro una claudicación resignada, como si el fatalismo o la tiranía se impusieran de tal modo que hubiese de ser entregada, a la fuerza, una vida para que sigan regocijándose con su festín sangriento, anacrónico, feroz y bárbaro. Como si el rito fuese irrefutable y no se pudiese evitar que se perpetúe. ¿Qué docilidad es esa de prestarse a un cambio de rehén? ¿quienes son ellos para que haya que someterse a su violencia primitiva? ¿pero qué les ampara? ¿Con qué derecho? No.

NO DEBE HABER CANJE, SINO ABOLICIÓN SIN MÁS.
¿Por qué el cambio de un condenado por otro? ¿no es eso una aceptación, una sumisión? ¡¡No se mata a nadie, y en paz!! ¿Quienes y qué fuerza o legitimación tienen esos gañanes para obtener un millar de personas dispuestas a inmolarse como mártires en sustitución de otro ser? Me rebelo ante esa idea, aunque sea una mera metáfora.
NO. NO HAY CAMBIO. Ni siquiera indulto; el indulto implica perdón y ese animal es más inocente que quienes lo condenan.
No me gusta la idea del cambio. Esa turba no es nadie para decidir quién vive y quién no. Ni Afligido el año pasado ni Vulcano éste. Ni ningún otro después.



Además...

¿De veras pensáis que esta gente tendría demasiados escrúpulos en alancear a quién fuese?

1 comentario:

  1. ¡Muy bien dicho! Pienso lo mismo. ¿Que es eso de "Me pongo yo en lugar de él"? No. Que se maten entre ellos, si lo que quieren es diversión a costa de asesinar.

    Besos.

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